Tipos de nariz: ¿cuál es la tuya?

Quevedo en su famoso soneto decía: “Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa…”. Y es que, si hay un rasgo que define nuestra cara, e incluso, nuestra personalidad, es la nariz. Aunque no hay dos exactamente iguales, los tipos de nariz y el origen de cada uno pueden dividirse en categorías en función de su tamaño, forma y estructura.

Mientras que hay personas que se sienten totalmente a gusto con su nariz, hay otras que la sufren e intentar ocultarla. Dentro del segundo grupo, existen los que deciden acudir a una clínica de medicina estética para someterse a una rinoplastia que le proporcione los resultados deseados.

Identificar las clases de nariz y concretamente la tuya puede ayudarte a equilibrar tu rostro con determinados peinados, gafas o maquillaje que complementarán y suavizarán tu rostro. ¿Aún no conoces los distintos tipos de narices que existen y cuál es, tanto el significado, como el origen de cada uno? ¡En este artículo te lo contamos!

Nariz ancha, bulbosa o carnosa

Casi una cuarta parte de la población tiene una nariz ancha, lo que la convierte en la más común. Suelen ser grandes, protuberantes y bulbosas; aunque, su principal característica es el hecho de verse más carnosas que huesudas.

A pesar de que en las pequeñas se nota menos, este tipo de narices también pueden presentar este aspecto. ¿Es la tuya una nariz ancha y carnosa? ¿No? Pues sigue leyendo sobre la nariz formas y estructuras para identificar la que posees o la que te gustaría tener.

Nariz griega

La nariz griega se caracteriza por un tabique completamente recto. Y es que, esta tipología no presenta ni curvas, ni baches; tendiendo, generalmente, a presentar un aspecto estrecho. Tal es así, que la otra denominación con la que le conoce es el de nariz recta.

Es uno de los más solicitados por aquellas personas que se plantean someterse a una rinoplastia sin cirugía. Ahora bien, tan solo alrededor de un 3% de la población disfruta de este tipo de nariz de forma totalmente natural. Si alguien se está preguntando de dónde procede su nombre; tal y como vemos en la imagen superior, toma su nombre de las narices rectas que tenían los dioses griegos.

Nariz romana

Las narices romanas, también conocidas con el nombre de narices aguileñas, comparten varias similitudes con las incluidas en el apartado anterior. Son también muy solicitadas por aquellas personas que se someten a una rinoplastia y su nombre proviene de las que lucen las figuras de las antiguas esculturas romanas. Sin embargo, este tipo de narices no son tan rectas como las griegas; teniendo esta su puente una curva inclinada que se parece ligeramente a un gancho que sobresalga de la cara.

Nariz respingada, celestial o respingona

Una nariz respingada, también conocida con el nombre de nariz celestial, tiene una ligera abolladura en el centro del puente; lo cual hace que la punta se muestre ligeramente hacia arriba de forma puntiaguda y protuberante.

Un 13% de la población tiene este tipo de nariz, siendo más común entre aquellas personas de origen europeo. Por lo general, todos los que no disfrutan de tenerla buscan, o disminuirla, o una alternativa para su corrección. En nuestro uno de nuestros artículos te enseñamos cómo disimular la nariz grande.

Nariz de halcón, aguileña o puntiaguda

La nariz de halcón, también conocida con el nombre de nariz aguileña, se define por su impactante y afilado puente curvado. Se parece al pico de un halcón, águila u otra ave depredadora. Las personas con este tipo de narices suelen tener también perfiles fuertes y llamativos. Alrededor del 5% de la población tiene la tiene.

Nariz chata

La nariz chata se caracteriza por presentar un puente nasal ancho, un dorso nasal con poca proyección y una punta bastante plana. Uno de los inconvenientes estéticos repetidos entre aquellas personas que la tienen es el perfil. Vista con perspectiva, la nariz chata parece estar hundida en el rostro; lo cual es posible que afecte a la proporción con la que se ven otras partes del rostro, tales como, por ejemplo, el mentón.   

¿Cuáles son los mejores tratamientos para cambiar tu nariz?

No existe un único tratamiento que cumpla con las necesidades y circunstancias de cada paciente o tipo de nariz. Es importante realizar una evaluación previa por parte de uno de nuestros profesionales para estudiar el caso y recomendar el más adecuado a la consecución de los objetivos funcionales y estéticos.

Como expertos en medicina estética, ponemos a disposición de todas aquellas personas que no estén cómodos con su tipo de nariz los siguientes tratamientos:

Rinoplastia

Es un procedimiento con el que buscamos cambiar tanto la forma, como la funcionalidad de la nariz del paciente. Es muy eficaz de cara a corregir el tamaño, la forma, la anchura, la punta y las fosas.

Dependiendo de cada caso, el proceso requerirá anestesia local o general; variando el proceso de recuperación en función de cómo evolucione el paciente. Lo normal, es que, a pesar de que los primeros resultados comiencen a notarse pasadas varias semanas; los más definitivos no se muestren hasta el año. Normalmente, la rinoplastia es el tratamiento más indicado para aquellas personas que buscan realizarse cambios significativos que perduren en el tiempo.

Rinoplastia ultrasónica

La rinoplastia ultrasónica es una técnica que se centra en la utilización de ultrasonidos para remodelar los huesos de la nariz. Muy recomendable, especialmente, para aquellos pacientes que, con el tratamiento, buscan cambios efectivos en la estructura ósea; por lo que suele realizarse bajo anestesia general. Su periodo de recuperación implica menos tiempo que la realizada de forma tradicional; y, aunque los primeros cambios se vean a las pocas semanas, los resultados definitivos tardan varios meses en aparecer.

Septoplastia

A pesar de que la septoplastia también tenga beneficios estéticos, su principal objetivo es el de corregir problemas funcionales que se estén dando, normalmente, por una desviación en el tabique. Sus principales ventajas se centran, sobre todo, en mejorar la respiración. Dado su corto y poco complejo periodo de recuperación, suele ser un tratamiento muy elegido entre los pacientes.